lunes, 17 de septiembre de 2012

Catherine


¿Que cómo mirarte sin miedo?
No sé, me lo quitas.
A veces tengo tanto miedo de escupir porque mi saliva es muy ácida,
no me consta, pero eso dicen los científicos últimamente, 
creo que hasta cierto punto extremista, me es suficiente saber que lo que 
a veces nos está pasando es un simple caso de curiosidad para conocernos
más a fondo y profundamente el alma,
y tal vez así sea; como quiera que fuese y es, me abre el iris
hasta algo increíble llamado dilatación instantánea, y sí, es posible
que te vea mejor que con esta hipermetropía que poco a poco
me desgasta más y no me permite distinguir entre tantas sombras,
me salva tu luz, eso sí, la brillante luz amarillenta que expulsas.

Qué puedo decir, escribir, expresar, si con sólo caminar
siento que estoy contigo, el viento que me rodea es como
tu perfume después de estar contigo un poco tiempo, y tal vez
un día completo.
Puedo decirte hasta ahora que mi mano ahora está
en tu cintura tan suave y tersa, y así con tus palabras
me excitas, me alegras. 

Escribo extensamente y con mi último dedo desgastado
acabado por lo mismo, sin ninguna huella en la piel
liso como el cristal fino. 

Me imagino ahora, solamente tu cara con la sonrisa
más deslumbradora por tus dientes puros,
y ahora te veo con el reflejo de la luna,
tan bello momento en el que exististe para mí
y para el mundo, para ti y para tus padres,
para en sí, la mera nebulosa espacial gaseosa 
que en lo particular me rodea tanto.

La misma mujer encantadora de los sueños de
un hombre completamente solitario por el
amor oculto en el ser más extraño e insensato
incoherente de la vida, pero así feliz contigo y
captando cada vez más un momento 
zafado en mi cabeza que para mí es algo
tan diferente.

Y me despido con las manos 
mi firma aquí ya la deje escrita.
Te amo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario